martes, 8 de marzo de 2011

Una cereza

Intentos de suicidio, hipotecas compartidas, calderilla en los bolsillos rotos, kebabs de ayer en la nevera, facturas, tipos de interés, tipos nada interesantes, bragas rotas en un cubo, sangre en la barandilla, negro sobre blanco, ideas sobre algo. Todo, nada. Algo.
Pisos piloto, pilotos sin un piso. Venta de inmuebles, vacios o con muebles. Euros, dollares, petrodollares, petroeuros.
En mi bolsillo hay cuarenta centimos con los que me voy a comprar unas chucherías. Rojas, verdes, deliciosas, amargas, ácidas, azules. 40 centimos de chucherías.
Me siento en un banco de la plaza Santa Ana a comermelas viendo vidas pasando rápido: Novios, facturas, llego tarde, cafés, esta noche borrachera, Madrid – Barça, compras, mama me espera en casa. Sueños, planes, deseos, vidas…
Me queda una cereza y me la como. Mmm… está riquísima.

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